¿Clientes o pacientes?
Recientemente una amiga me ha hecho con mucha amabilidad una buena observación, sugiriéndome que tal vez era mejor hablar de “pacientes”, que de “clientes”.
Lo cierto es que, la cuestión de qué término es mejor para definir a la persona que solicita los servicios de un psicoterapeuta, no es nueva en Psicología.
CARL ROGERS (1902-1987)

Fue Carl Rogers el primero que comenzó a hablar de clientes refiriéndose a sus pacientes. En 1944 publicó una de las obras claves de su pensamiento, que cambiaría profundamente el significado de la relación terapéutica y que tituló Psicoterapia centrada en el "cliente".
¿Por qué Rogers sustituyó la palabra “paciente” por la de “cliente”? Ya en una anotación del primer capítulo dice:
"El cliente, tal como lo indica el significado del título, es quien viene activa y voluntariamente a buscar ayuda para resolver un problema, pero sin ninguna intención de renunciar a su propia responsabilidad en la situación. Es por esta significación del término que lo hemos elegido, puesto que evita la connotación de que está enfermo, de que es objeto de un experimento...etc"
Rogers no hablaba de enfermedades, sino de situaciones. La expresión “paciente” tenía para él connotaciones patológicas. Podemos decir que una persona está actuando con una mala adaptación funcional en un contexto determinado o podemos decir, en lugar de eso, que esa persona está enferma ¿Qué enfoque puede ayudar mejor al paciente? Para Rogers hablar de una enfermedad era ponerse una limitación innecesaria, que podía condicionar y perjudicar la actitud del terapeuta y la del propio paciente.

En segundo lugar, el término "paciente" podía implicar dependencia. Así, el paciente acudiría al terapeuta como quien recurre a un ser superior en cuyas manos confía su curación. Puede que esta diferencia de status fuera válida en la relación médico-paciente, pero no era para Rogers un buen enfoque en terapia, porque solamente se puede crecer como persona desde el adulto responsable. Por tanto, el paciente debería implicarse activamente con la ayuda del terapeuta en la búsqueda de su propia solución, de la solución más adaptativa para sí mismo y no limitarse a actuar desde la obediencia. Tal vez el terapetua sea experto en el proceso de la ayuda, pero el cliente es experto en sí mismo. Los roles son distintos, uno demanda ayuda y otro la ofrece, pero el status es el mismo: el de dos expertos colaborando en un mismo objetivo.
INTERCAMBIO

Soy consciente de que el término “cliente” suena a mercantilismo, de tal forma que alguien pudiera pensar que para el terapeuta es más importante el negocio que las personas -en mi opinión el comercio en sí mismo es positivo, pues la humanidad ha prosperado gracias al intercambio. Los problemas aparecen cuando el intercambio está descompensado-.
Por otro lado, la expresión “paciente” es más estética, más altruista e irónicamente tiene mejor marketing que “cliente”, dando a entender que sólo una de las partes puede dar algo que la otra recibe pasivamente.

Sugiere más calidez y protección, lo cual agrada a la gente y es más acorde con el campo de la salud. En este aspecto, para el terapeuta como profesional sería incluso más eficaz usar la palabra "paciente". Probablemente atraería así más "clientes".
Pero, volvamos a Rogers y centrémonos ahora en el paciente desde un punto de vista puramente terapéutico. ¿Qué necesita el paciente? ¿Qué es mejor para él, alguien que le proteja y que le "cure"? ¿Eso le da fuerza al paciente o lo empequeñece de algún modo? Se trata de una persona adulta y responsable de sí misma (o de otra, en el caso de niños e incapacitados) y que paga una contraprestación por el servicio que recibe - decía Freud que quien no da, tampoco se permite recibir -. "Cliente" expresa sin medias tintas el equilibrio entre el dar y el tomar y ninguno está por encima del otro. No olvidemos que la función del terapeuta es ayudar al paciente a restaurar su propia autonomía -¡cómo ignorarla entonces!- para que pueda precisamente funcionar cuanto antes, sin su ayuda.
PERSONAS
Dicho todo esto, entiendo a qué se refería esta amiga con su comentario: quería hacer hincapié en que sobre todo estamos hablando de personas, que lo importante es el aspecto humano, simple y llanamente. Y lo que son las cosas... Rogers terminó hablando de Psicoterapia centrada en la "persona".

Tal vez no sea tanto las palabras que se usan, sino la intención con que se usan. Se puede hablar de pacientes o de clientes; da igual. Se puede hablar del "paciente", sin que ello suponga tratarle con suficiencia o menoscabar su propia autonomía como persona dueña de sí misma y se puede hablar del "cliente", sin que ello signifique dejar de tratar a esa persona como un ser único y especial. Rogers lo sintetiza con genial sencillez al hablar en otra de sus obras del cálido respeto (Carl Rogers, El proceso de convertirse en persona), refiriéndose al trato cordial, a la comprensión y a la aceptación incondicional que toda persona ¡toda! merece.
